CRIMEN DE LA ESTUDIANTE DE MEDICINA

Crece la hipótesis de que a Agustina la mató un conocido

Los investigadores no creen que haya sido un robo al voleo y que el autor sabía de los movimientos del dueño del departamento y de ella.
miércoles, 27 de julio de 2022 · 00:07

Pasan los días y crecen los interrogantes sobre el crimen de Agustina, la estudiante de medicina de La Pampa que hacía pocos meses vivía en Cipolletti y fue salvajemente asesinada. Dentro del departamento se encontraron algunos rastros, pero al igual que el identikit publicado por la Justicia, no alcanzan para identificar al autor del crimen, por lo que se fortalecen algunas hipótesis que indican que la joven pudo haber reconocido al delincuente y por eso fue golpeada salvajemente para que el robo quede impune.

Agustina se defendió del ataque del ladrón que ingresó al departamento de la planta baja del complejo de Confluencia 1300. Además de las importantes heridas en la cabeza, que le ocasionaron un derrame que la dejó sin actividad cerebral, tenía fracturas en uno de sus brazos y muñeca, que le indican a los investigadores que intentó cubrirse de los golpes.

Se conoció que dentro del departamento no había desorden. O al menos no estaba todo revuelto como si alguien hubiese estado buscando elementos de valor para llevarse. Entonces, el ladrón sabía perfectamente cuál era el botín que podía encontrar dentro de la vivienda de Pablo Parra. Por eso fue directamente a buscar los mil dólares que estaban guardados en la habitación, de donde también sacó un bolso con ropa deportiva, sin interesarse por ningún otro elemento de valor.

Esto refuerza la teoría de que el asesino vio salir al dueño de casa en su vehículo y aprovechó ese momento para ingresar al departamento, creyendo que no había nadie en el interior. Sin embargo, se sorprendió con la presencia de Agustina, quien lo habría reconocido por eso el brutal ataque. 

Pero esta no es la única línea investigativa. Es que entre los conocidos de Parra no hay ninguna persona que responda a las características tan particulares del joven del identikit a quien busca la Justicia. Una persona de cerca de 20 años, con rulos, pearcing y tatuajes, entre ellos uno muy particular en su ceja izquierda con el número 10. Además de la palabra rock en los dedos de su mano.

Entonces, surgen las hipótesis en función de los interrogantes sin respuestas. Es cierto que alguien podría haber vendido el dato de la existencia de esos dólares dentro del departamento. Pero si no era conocido por el petrolero ni la joven estudiante, por qué se ensañó de esa manera con Agustina. 

Sin embargo esta no es la única duda que surge que le da fortaleza a una línea de investigación. Es que del departamento también faltaron dos celulares, el del dueño de casa y el de la joven de 19 años. Parra declaró, con detalles excesivos y minuciosos, todo lo que hizo durante la hora que se ausentó de su casa, y aseguró que dejó su teléfono en el interior cargándose. Ambos aparatos desaparecieron, y los chips no registran actividad luego del robo. No sólo no se puede saber la geolocalización o las antenas de cercanía. Al no aparecer, le impide a los investigadores tener certezas del tipo de relación que tenían ambos vecinos, no hay registros de conversaciones, archivos u otro tipo de mensajes entre los vecinos.

La familia desconfía de Parra. De hecho en ningún momento aceptaron tener contacto, ni en las horas posteriores al robo, cuando los padres llegaron desde La Pampa; tampoco mientras la joven estaba internada en estado desesperante, ni después de conocida la muerte. Nunca quisieron entablar un diálogo con la última persona que se sabe que vio a Agustina antes de morir y con quien ella pensaba cenar esa noche.

Se supo que cada vez que declaró, Parra repitió cada paso que dio con una extrema precisión de los minutos en los que estuvo en la casa de sus padres y realizó compras, lo que fue comprobado con testimonios y grabaciones de locales comerciales. Si bien el hombre de 37 años no se contradijo en ningún momento, suena al menos raro que ni el shock de encontrar a su vecina casi muerta en su casa, lo hizo dudar mínimamente de cuál había sido su recorrido.

Agustina llegó en marzo a Cipolletti para estudiar medicina en la UNCo. Tenía pensado viajar a Santa Rosa a ver a su familia el fin de semana siguiente, pero fue asesinada. El sábado 2 de julio, entre las 19:25 y las 20:20, fue atacada en el departamento de su vecino Parra, con quien pensaba compartir la cena. La autopsia develó que fue golpeada con un objeto contundente en diferentes partes del cuerpo, pero el que le provocó la muerte cerebral fue en la cabeza. Además del brazo roto por defenderse, tenía restos de ADN de su atacante en sus manos, pero que por el momento se desconoce de quién sería, como otros rastros que los peritos encontraron en el departamento.

 

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