ARTE Y VIDA

“Plasmo en la obra aquello de lo que mi cabeza se enamoró"

Tras horas de meditación en medio de la naturaleza, y utilizando la técnica de pintura china Sumi-e, ella pinta sobre seda las flores silvestres que abrigan las laderas del volcán Copahue en todas las estaciones del año.
lunes, 26 de julio de 2021 · 08:49

Alejandra Alesso trabaja desde muy chica. A los 15 años vivía sola; a los 16 era disc jockey de música electrónica; y a los 20, ya hacía años que era independiente, y trabajaba 24/7 como prensa del Cosquín Rock para costear su carrera de arte. Pero, a pesar de que el mundo de los festivales puede ser muy seductor, más de 10 años de rock and roll pueden ser abrumadores.

Cuenta que, como agente de prensa, atendía llamadas de todo Latinoamérica… a toda hora. “Nunca entré en los vicios de ese mundo, siempre fui muy cuidadosa y la pasaba bien, pero en un momento me cansé. Es un trabajo muy estresante y yo necesitaba irme a descansar”, recuerda. 

Ella sabía de Caviahue por una amiga que le contó que allí no había señal de celular. Entonces, no lo dudó. Los subsiguientes meses, los baños en las termas y el solcito matutino de la aldea, fueron su refugio. Y, después de trabajar una temporada de invierno en el refugio donde se hospedaba, la mística y el magnetismo del lugar la invitaron a quedarse y residir.

Y menos mal, porque allí no sólo se rodeó de vínculos y amistades inolvidables; también conoció a la artista plástica Maggy Eve Ridson que la guió hacia un camino de arte y meditación. 

Foto: Alejandra comenzó en el arte chino de de muy chica y de forma autodidacta, con un pequeño kit de pinceles de Sumi-e que le habían regalado por casualidad. Junto a Maggy llevó su creatividad a otro nivel.  

 

Alejandra hoy es artista plástica y técnica en grabado. Junto a Maggy, no sólo perfeccionó su técnica de Sumi-e, también elevó su mente y gestó su propia colección de arte. Consiste en 50 pinturas de flores de la alta cordillera neuquina que crecen en las inmediaciones de Caviahue y también en las laderas el volcán Copahue.

 

¿Cómo comenzó esta aventura de pintar en el Sur?

Cuando estaba en Caviahue, alguien me habló de Maggy, que vivía en los Riscos Bayos, y un día me escapé a conocerla. Y así empezó esta aventura. Cuando le conté que yo pintaba me propuso que vaya todas las semanas a tomar clases con ella. Yo iba todos los sábados en un cole que sale de Caviahue a las dos de la tarde y vuelve a las seis. Me bajaba sobre la ruta y caminaba hacia su casita que está a unos 2 kilómetros. Y siempre iba viendo las florcitas, según la estación.  

Foto: La obra de esta artista se compone de 50 pinturas de flores de la alta cordillera neuquina, que van desde plantas autóctonas a introducidas, otras que crecen en las inmediaciones de Caviahue y también en la alta montaña.

 

¿Qué pasaba en esas clases?

Era alucinante. Su casita es muy chiquita y acogedora. Todo es blanco. Ella siempre cuenta que todo el mudo le pregunta por qué su casa es blanca y no tiene colores. Decía que los colores se los pone la persona que la va a visitar. Y ella me enseñaba a pintar, a manejar el pincel y, cuando ya estaba más canchera en las clases, ella se sentaba  atrás mío y me leía cuentos chinos o filosofía.  

Tal como contás en tu sitio, la técnica del arte chino de Sumi-e, se realiza en un solo trazo, sin vacilar y sin posibilidad de corrección. ¿Cómo manejás esa presión a la hora de tocar la seda con el pincel?

Siempre hablábamos de eso. Cuando te ponés al frente de la obra pensando en pintar de una sola pincelada y que no hay posibilidad de error, te da pánico. Pero nosotras nos reíamos porque en realidad lo más difícil es poder poner la cabeza en blanco, y eso es parte del entrenamiento meditativo que tiene este arte.

 

Foto: "Cuando ves a alguien haciendo pintura china lo hace a mano alzada y con un movimiento muy rígido. Eso es porque en la pintura china hay que respetar el impulso que nace del corazón, que no se corte ni con el movimiento del codo, del hombro, ni de la muñeca. 

 

¿Y cómo es ese vínculo entre el arte chino y la meditación?

Cuando estaba allá mi rutina era levantarme a la mañana y meditar durante horas debajo de un árbol. En esas horas de mirar, no sólo ponés la cabeza en blanco, también entendés cuestiones más profundas del paisaje, la estación del año. Tenés tiempo para observar cada uno de los detalles. Se genera una conexión absoluta en la que parte de ese entrenamiento es descubrir qué es de lo que tu espíritu se enamora.  

 

En realidad no existe la posibilidad de error, porque todo lo que vayas a pintar es aquello de lo que tu cabeza se enamoró.

 

Foto: La técnica de pintura Sumi-e se desarrolló en la antigua China, en los monasterios Taoístas como una forma de meditación y sus cánones son, decir lo más con lo menos y revalorizar el vacío.

 

¿Por qué pintas las flores?

Siempre hay algo que te enamora más del paisaje y yo soy las flores, me salen naturalmente. Algunas de las que tengo registradas son flores rastreras, que la gente les pasa por arriba y ni las ve. Son ínfimas, mini florcitas violetas, azules, amarillas. Y la meditación me da esa oportunidad de verlas. Por eso, en realidad no existe la posibilidad de error, porque todo lo que vas a pintar es aquello de lo que tu cabeza se enamoró.

Después me empecé a interiorizar en las propiedades tienen las flores. Y, por ejemplo, yo veía que muchas eran de color amarillo y lo relacioné con el azufre pero después, cuando me empecé a investigar, resulta resulta que las amarillas son para la hipotermia. Cada lugar te da la planta que necesitás para sanarte. Después empecé a averiguar cuál es su nombre técnico y cómo las denomina la gente.  

Foto: "Me puse a investigar cómo son los nombres técnicos de las flores, pero también cómo las denomina la gente. Hay una que me encanta, que tiene un centro como si fuera de algodón y alrededor tiene muchos pinches largos, en forma de corona. A esa, la gente le dice abrepuños porque ese centro suave te tienta a agarrarla pero cuando la tocas te pincha. 
 
 

¿Qué te cautivó de Caviahue?

Me encantó el invierno, ese desierto blanco. Siempre había soñado vivir en la nieve. O cuando había microsismos, me gustaban, era la presencia viva de la tierra latiendo diciéndote: “sos finito”. Pero lo que me definió por vivir ahí fue que las estaciones son tan marcadas que era como estar viviendo en un montón de lugares diferentes. 

Foto: Alejandra vivía en un refugio de alta montaña que se llama el Refugio de Caniche, uno de los primero alojamientos turísticos alternativo que hubo en Neuquén.

 

Fusionaste cosas muy lejanas, la flora patagónica con el arte chino, ¿qué aprendiste de esa fusión?

Aprendí otros tiempos que no son los de la ciudad, son los tiempos de la contemplación. También aprendí mucho de la cultura mapuche y que tiene en común con la china, esto de vivir el día a día, disfrutar el presente. Caviahue me enseñó a ser una plumita al viento, ir a donde quiera el viento llevarme, sin las estructuras que uno tiene de la vorágine de la ciudad.

¿Cómo es tu vida hoy?

Hace dos años que no estoy en Caviahue, pero todos los sábados a las siete de la tarde tengo mi clase online con Maggy. Yo en casa y ella con un Nokia 1100, en el marco de la ventana (risas).

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Podés conocer al obra completa de Alejandra en sus redes Instagram, Facebook, Pinterest, Youtube o en su sitio web

 

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